Algunos días me pongo a pensar en Crog y Focko. Supe muy poco de ellos después de nuestro distanciamiento. El Proyecto Ikari no sólo demolió monumentos.
Mutsumi-chan me contó la primera borrachera de Crog, fue cuando golpeó a Alquimia y a Macabra. Eso me puso a pensar: en realidad nunca supe quién era él, a pesar de conocernos desde la primaria, desde que intercambiaba películas porno por un poco de gallo con uno de sus amigos.
Focko ya me había contado su versión de aquel asunto. Crog dejó de preocuparse por Alquimia; iba a ver a Macabra a su casa cuando no estaban sus padres. Para él, Macabra ya sólo era un pedazo de carne. Al mismo tiempo, él empezó a hacerse de la vista gorda cuando Macabra se salía de casa. Se casaron en febrero y se mudaron a una casita de interés social cuya renta pagaba Macabra con sus “trabajos”. Una semana después él empezó a golpear a Alquimia.
Cuando, algunos años después, Mutsumi-chan y yo volvimos a Agnosia a para acompañar los últimos momentos del señor Daft, nos enteramos de que Macabra se había divorciado. Al principió había luchado por sacarlo, pero poco a poco su cariño se apagó, a la par de sus fuerzas, hasta que finalmente lo dejó mientras él seguía encerrado. En ese momento estaba embarazada nuevamente.
Por su parte, Focko convenció a Morgan para que le financiara una microempresa de anillos de graduación. Había guardado un poco de limadura de cada pieza de oro que compraba para el señor Velásquez y tenía un lote para unos dos o tres grupos universitarios. Posicionar su empresa requería cierto valor agregado y Focko empezó a organizar eventos completos: viajes, fotos, diplomas, placas. Con el dinero del adelanto Morgan compró la máquina de vaciado, moldes, impresoras de placas y se encargó de buscar distribuidores.
Un día tuvimos una plática seria en el Estival. Él no quería vivir para el trabajo, su anhelo era ser tan buen alpinista como Carlos Carzolio, eso era todo. Dijo también que no se veía casado ni con hijos, peleando por una herencia, mucho menos con una persona como Morgan, tratando de adoptar alguna rata en el dif. Despues de escucharlo, lo vi como lo que era: un inmortal, un año o dos mayor que yo, un Peter Pan. Le pregunté por qué no dejaba a Morgan si ya no lo quería.
—Él me ha dicho muchos motivos para permanecer conmigo, ya sabes, cosas que le dices sólo a quien será tu pareja; no sé qué le ocurriría si lo dejara, él terminaría muy mal, socialmente seguiremos como socios pero no sé; no me gustaría quedarme solo, las personas se juntan para coger diario, para dormir calientes, ¿no?
Sentí lástima. Yo aún tenía otra idea de la adultez, porque, en el fondo, el argumento de Salinger en El guardián entre el centeno (que sólo era posible confiar en los inmortales) me parecía una pendejada. Luego pensé en Mutsumi-chan y en todo el odio acumulado entre nosotros. Sentí algo similar por mí, no necesariamente lástima, tal vez sólo necesidad de proteger a alguien, de enmendar errores; pensaba que en algún momento la vida debía adquirir un sentido distinto.
Focko también huyó de Agnosia cuando los fbis descubrieron todo el Proyecto Ikari. Algunas veces me lo encuentro en el Messenger, cuando hablamos siempre parece estar en el viaje.
Cada seis u ocho meses se conecta y me cuenta un fragmento inverosímil de su vida: que se casó con una zorra chichona, que regresó a Argentina, que estuvo viviendo en una comuna, que fundó una religión de suicidas, se cogió a las fieles y huyó con el dinero, que construyó una torre en Dubai cuyos pisos se mueven, que le vendió refrigeradores a los inuit.
Nunca le cuento nada de eso a Mutsumi-chan, no porque quiera ocultárselo, es sólo que para mí ya no son más que las reverberaciones de algo muerto en el camino.
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