Agnosia en la madrugada.
Para la instalación de Crog requerimos un esfuerzo combinado.
Yo recluté a mis primos Lu, Bully y Clown, también me acompañaron Baxter, Tongo y Vacmo, Golmo y Cosme, junto con todos los acólitos convencidos por Focko. Crog llevó a sus primos y sus cuates de la rondalla con todo y carro. También fue Efreid y curiosamente en ningún momento estuvo cerca de Vacmo. Efreid trabajaba con Focko en el taller de joyería. Efreid y Vacmo eran las personas más sociables de Agnosia e, irónicamente, nunca se conocieron. Entre todos nos encargaríamos de ejecutar Vendetta, la primera instalación del Proyecto Ikari. Consistía en cambiar los señalamientos y la nomenclatura de las calles de las avenidas Juárez y Revolución.
—El plan de trabajo es el siguiente —nos dijo Crog. Él había organizado la primera fase. —Nos dedicaremos toda la noche, cada quien lleva una caja de las herramientas del taller del papá de Focko. Intercambiaremos los señalamientos, cada grupo se dividirá en dos para hacer el intercambio sincronizado lo más rápido posible. Cambiaremos los señalamientos de las calles. Mi equipo, además, alterará algunos semáforos.
Eran las tres de la madrugada y contábamos con unas dos horas y media antes de que la ciudad entrara en movimiento y los fbis nos descubrieran.
Si se hubiera hecho de lunes para martes quizá hubiera detenido la producción del día y no tendríamos tanto riesgo de toparnos con los fbis. Era domingo para lunes: la ciudad estaría más activa y la instalación podría ser apreciada por más gente, comerciantes, instituciones y empresas incluidas.
En cada caja de herramientas había desarmadores, taladros de 18 volts y llaves de tuercas para todo el trabajo.
Crog se había ido con su rondalla. Focko se había llevado a los acólitos, a Golmo, a Cosme y a Efreid. Lu, Bully, Clown, Tongo, Baxter y Vacmo se quedaron conmigo.
Nuestro equipo llevaba un anafre con carbón y comida, bajo la cual escondíamos un arsenal de herramientas, grenetina, pinturas.
Cambiamos los nombres de las calles perpendiculares a Revolución y Vicente Segura como dijo Crog, mientras se calentaba el carbón en la camioneta del papá de Baxter.
Cuando el carbón estuvo al rojo, lo colocamos en los botes de basura plásticos y en las paradas de autobús. Pusimos una cantidad enorme de grenetina en la fuente de la glorieta Independencia y echamos el resto en los registros de agua, excepto en Jesús Silva y en Vega Sánchez, donde vivían don Fénix y la abuelita de Baxter. Tampoco tocamos la calle donde estaba la mansión del gobernador Jackson, a todas horas estaba llena de cerdos y patrullas.
Pintamos una línea con aerosol negro por los locales comerciales, y arrojamos algunas piedras. Para finalizar el día dimos unos arrancones hasta la prepa y, de regreso, arrojamos huevos y carbón a los noctámbulos.
La noche fue divertida y yo me dediqué a documentar la jornada. A las siete de la mañana, en un café internet cerca de la Prepa Uno, subí las imágenes a la página web del proyecto y triangulé en Google Maps los puntos de referencia de la V que formaba la instalación.
Las repercusiones no fueron las esperadas.
Los días siguientes la frustración nos desanimó. Los encabezados de los periódicos y noticiarios dijeron que la ciudad había sido presa de actos vandálicos. Botes de basura quemados, paredes pintarrajeadas, vidrios rotos, ataques violentos y desconsiderados con huevos, averiguaciones previas por quemaduras de primer y segundo grado, todo era parte de una sencilla serie de actos vandálicos.
Las calles intercambiadas permanecieron algunos días más, casi nadie se dio cuenta. A petición de algunas empresas de mensajería, trabajadores del municipio arreglaron poco después las nomenclaturas. De la grenetina no se dijo ni una palabra, había sido demasiada agua y nunca coaguló.
Tardaron para colocar nuevos botes de basura, poner nuevos vidrios y limpiar las líneas de pintura. El fracaso desmotivó a la mayoría; no hubo más éxito del que pudieran haber tenido un montón de vagos repartiendo su esfuerzo en varios días o semanas.
Lo qué más me desmotivó a mí en particular fue, sobre todo, la ausencia de un efecto estético o reflexivo, ningún ostrenenie, ninguna desautomatización. Traté de justificarlo en la introducción de la Fase Uno en la página web como un tributo a los graffitis en un exconvento en Ilhuicatépetl, realizados hace siglos; esos rayones y muñequitos ahora son parte del edificio, parte de la historia, patrimonio artístico. Pensamos que lograríamos algo similar, mas la percepción no fue la misma para nosotros, a pesar de las enormes “V” estilizadas que se podían apreciar cada tanto e intentaban darle cierta unidad, cierta identidad a la instalación.
El único recuerdo agradable fue el señalamiento «Revolución. Col. Periodistas. c.p. 42060», lo colgué detrás de la puerta de mi cuarto y me recordaba que el proyecto Ikari apenas estaba en su primera fase. La fase dos, el Wikiproject, aún estaba en desarrollo. En ese momento, la página web aún era privada, esperábamos el momento ideal para liberarla; y lo haríamos durante mucho tiempo más.

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