En la Unam hicieron una investigación —dijo Focko. De la noche a la mañana pusieron un montículo de caca humana, como de un metro de altura, en la entrada de la facultad de Filosofía y Yerbas. Al principio muchos estudiantes se quejaron: unos la evadían con asco; otros la olían; otros la ignoraban; otros montaron una exposición, editaron un volumen de ensayos, o le dedicaron el número de su revista; los más conscientes llevaron sus voces hasta Rectoría.
»Las autoridades, informadas de antemano del experimento, no hicieron nada.
»La mierda comenzó a formar parte del paisaje habitual de la escuela y los realizadores colocaban capas de laca protectora por las noches para que no se hiciera polvo. Los estudiantes se acostumbraron. Un día, un alumno colocó una banderita de México en la punta; esto ocasionó una nueva polémica sobre el respeto al, al…
¿Al Lábaro Patrio? —interrumpí—, ¿O era el respeto a tu clon?
No. Digo, sí. Digo… ¿A mi clon? Pendejo… No, Gato, el respeto al mojón, y pues, bueno, se quejaban: cómo era posible que alguien se atreviera a poner un objeto encima; unos defendían a la bandera, los otros defendían a la caca. Al final, se quitó la bandera.
»Unos días antes de terminar el semestre, los alumnos que hacían el experimento comenzaron a comprobar hipótesis. De la noche a la mañana la mierda desapareció y se limpió todo el espacio, borrando los rastros del monumento.
»Los alumnos hicieron un nuevo paro de labores, pedían a Rectoría un informe detallado de quién se había llevado su caca y dónde estaba. Rectoría se hizo pendeja nuevamente y… oye, le dije al Rayas, a lo mejor trae un six de negras… pero aquella no se escuchaba como su camioneta ¿o sí?
La neta, nos vale verga.
En fin, el hecho de adaptarse a una situación nueva provoca varios periodos, los resultados del experimento fueron los siguientes:
»un periodo inicial de rechazo a lo desconocido, como parte del miedo al cambio y apego a la estabilidad;
»uno de adaptación, cuando las personas deben convivir con una situación o elemento indeseable;
»otro de costumbre; las personas aprenden a desenvolverse normalmente considerando al elemento indeseable como parte de la dinámica grupal;
»Finalmente viene un periodo de apego; cuando el elemento indeseable es retirado del ambiente y la dinámica grupal regresa a la normalidad, las personas harán lo imposible para recuperar el elemento perdido, demostrándose nuevamente que el miedo al cambio, la adaptación y el duelo forman parte de la naturaleza humana…
Eso es masoquismo —le dije—, eso no tiene ni puto sentido, resulta que no importa si se quita la mierda; si la dinámica y el entorno se han interrelacionado, entonces ¿se luchará por recuperarla? Esas son pendejadas, Focko. Además, confróntalo con las protestas contra el Tilted Arc de Serra, ¿No estarás de largo otra vez, como cuando dijiste lo de tu microchip?
No mames, Neko, ¿Yo cuándo he inventado algo? Y el pinche microchip sí lo tengo, mira.
Focko empezó a tocarse un bulto detrás de la oreja.
Sólo digo que las leyendas urbanas ahora comienzan con un imbécil que dice: en tal universidad se hizo un estudio; es el entimema de nuestra década.
Es neto, Hugo, neto.
Entonces enséñame el puto artículo.
No, ps lo leí en la Quo, o en la Muy Interesante.
A ver, tráela, culero.
Ya, pinche Gato —dijo Baxter—, tú le quitas lo chido a la divagación sobre la condición humana.
Ta bien —les dije—, me callo. Y para que no cambien abruptamente de tema, ahorita regreso, voy a clonar al Focko, no se me vaya a derramar por la pleura…
Je je… ¿Clonarme?, Chinga tu madre, pinche Ñeco. Mierda: tú; mierda: tú.
Cuando regresé del baño, me miraron como si esperaran algún comentario.
Oye Gato —dijo Baxter—, la Puerca tiene una pregunta para ti.
No, pinche Eddie, no.
No se apene, Artie, no-sea-pene.
Bueno; oye, Hugh, ¿Y qué es un derrame de pleura?
Es una teoría del doctor Binnet Sangle sobre por qué a cierto prángana tuberculoso, que rolaba por Jerusalén en el año 33 después de sí mismo, le salía agua del costado en vez de sangre.
Brindemos por el doctor Sangle —dijo Baxter. Y lo hicimos.
Brindemos por el otro doctor, herr doktor Henning. Tsssalud.
Le seguimos la corriente.
Brindemos por Ikari —Baxter nos metió el dedo en el costado mientras levantaba su negra. Levantamos las nuestras.
Con un aglú —sugirió cuando Focko y yo agachamos la cabeza.
Hicimos una rueda tomados de los hombros y empezamos a marchar de espaldas mientras cantábamos aglú aglú aglú y, de uno en uno, hacíamos hidalgos. Cuando terminamos, la Puerca empezó a vomitar.
Las primeras instalaciones fracasaron; Baxter lo sabía. Vendetta era simple vandalismo, una V sin sentido trazada en Google Maps. Incluso el Wikiproject obtuvo algunos dieses, eso demostraba que hasta los profesores calificaban a lo pendejo.
Debíamos buscar una idea con verdadera resonancia, porque el tiempo corría y el esfuerzo bla bla bla.
Me harté de que Baxter estuviera tratando de convencerme de irnos al cuarto. Ante mi negativa, me restregó en la cara su nueva banda con Black (llamada Tenebrarum Cacātorium o algo por el estilo) lo ignoré el resto de la velada y le pregunté a la Puerca cómo estaba Mutsumi-chan.
Ps ai. Fuimos a ver los cuartos de final entre los Gallos y los Diablos —dijo mientras pasaba por enésima vez el trapeador sobre su vómito.
No dijo más, aunque era un vato lento ya olía mis intenciones. No insistí. Últimamente pensaba en su morra todo el tiempo, sobre todo cuando estaba con Orri.
Me chupé mi negra de un jalón y le pedía a Focko una bukowskiana. Focko agarró un jaibolero y me sirvió medio vaso de Vat 69 y lo completó con Sangre de Cristo.
A la tercera bukowskiana ya estaba perdido, recitaba al azar versos del Altazor. Me sentía como aquel etanol de mierda, varado en su planetoide, que le hablaba al Principito.
No hay tiempo que perder. La pura verdad.

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